Sobrevivir al trayecto por carreteras abarrotadas de viajeros alterados, con la tristeza de ver un país pequeño al que lo están “tumbando” para forrarlo de hormigón. A la espantosa arquitectura que campea por doquier, desde la casa más humilde en un caserío campesino, hasta horribles casas de varios pisos repletas de cemento en pueblos y ciudades. Riobamba gana premio.
Rescatando desesperadamente cortísimos trayectos que conservan el verde, el bordado de los sembríos semejante a una colcha de parches, las casitas de adobe y teja y los animales típicos de la zona, se llega a la Sultana de los Andes. Taita Chimborazo nos recibe con la noticia de que sus nieves perpetuas ya no lo son. Es impresionante ver la montaña con huecos de roca hasta la cima. Y hay personas que sostienen que el calentamiento global es cuento. En la nueva carretera a Macas hay letreros que recuerdan la obligación de defender la naturaleza cada medio kilómetro. Es irónico el que dice “Denuncie a quien dañe la naturaleza”.
En Cajabamba, la casa de Pedro Vicente Maldonado, uno de los hombres de ciencia insignes que tiene el Ecuador, está descuidada y llena de basura. Es la importancia que da el país a este sabio que fue la contraparte ecuatoriana de los sabios geodésicos y dio conferencias en París sobre su trabajo.
A pesar de todo, el ajetreo es emocionante. Es “mi lindo Ecuador” , las comunidades indígenas bailando y bebiendo sin miedo, son parte de mi historia, y hasta las camionetas llenas de gente empapada celebrando su concepto de “carnaval”, son divertidas. ¿Habrá esperanza ?