Cada día constato como el espacio público, (veredas, parques, esquinas, paradas de bus), en la subida al bosque debajo del puente y sus alrededores se han convertido en tierra de nadie, sin ningún control de las autoridades. Los vendedores se ubican desde la mañana hasta el final de la tarde-noche ofreciendo toda clase de productos, incluso de cocción con el uso de gas, atentando la seguridad de los peatones, ensuciando a su alrededor y creando desorden. “Que fea imagen de mi Quito”. Entiendo la necesidad de trabajar, pero tiene que haber normas y control.