Cuando un gobernante se excede en el uso del poder, las consecuencias son fatales, comenzando por la corrupción, pues el gobernante para abusar de su poder necesita contar con subalternos incondicionales, pero, estos siguiendo el ejemplo, también abusan y el gobernante tiene que cerrar ojos y oídos para asegurarse la obediencia incondicional, y lo peor es que, a la vez los subordinados directos hacen lo mismo, creando así una cadena de corrupción que contagia a la sociedad transformándose en un mal cultural, trasmitido por generaciones creando una plaga imparable, como vemos en otros países del continente.
Si analizamos el caso Odebrecht, podemos verificar como los tentáculos de la corrupción crecen, a diario aparecen más inculpados: familiares, amigos, socios, dependientes, etc. Es cuestión de ver los gráficos publicados por los medios para percatarse. Es menester tener presente que analizamos solo un caso que llega como a USD 4 mil millones. Pero, el Gobierno durante 10 años ha recibido y manejado como USD 300 mil millones, y en la construcción de carreteras, solo con 2 compañías nacionales. La construcción de instalaciones hidroeléctricas. La ampliación y construcción inconclusa de refinerías. De puertos y aeropuertos. Edificaciones para oficinas públicas. Escuelas del Milenio, Yachay. Contratos para extracción minera, la mayoría con compañías chinas y casi todos estos contratos sin concurso de ofertas.