El sistema Trolebús nació hace 23 años como un servicio de transporte público municipal moderno e innovador. Quito era servido únicamente por buses operados por cooperativas con servicios de muy baja calidad. El Trole fue pionero en Sudamérica en cuanto al uso de un carril exclusivo para el transporte público. Este sistema ha significado una alternativa válida para transportarse y hacer más eficiente el viaje. Pero, con los años el sistema de Trole parece haberse estancado. Pese a que en la actual administración las paradas fueron renovadas, esto aparenta ser un cambio cosmético. Muchas paradas en el centro histórico tienen apenas tres puertas mientras los nuevos autobuses tiene cinco. Pese a que existe la tecnología para optimizar el cobro éste se realiza aún con dinero, el usuario a veces recibe un ticket y otras deposita 25 ctvs en el torno. Los troles funcionan sin frecuencias predeterminadas. En las paradas no existe información de la siguiente y a qué tiempo se encuentra. Los señores choferes perdieron la costumbre de anunciar la siguiente parada por los altavoces, tampoco, mediante un anuncio electrónico. La señalética no está estandarizada y aún resulta muy confusa. El sistema continúa con la improvisación de paradas, por ejemplo: la nueva de la Plaza de Toros. Por último y no menos importante, el trato de algunos señores choferes al usuario deja mucho que desear. Con todos sus defectos, el Trole es el transporte que salva al quiteño, por lo tanto, su servicio debe ser modernizado y mejorado continuamente. Algunos ediles piensan que el Trole deberá dejar de funcionar, pues imaginan que con el Metro se solucionará el problema del transporte en Quito. El Trolebús debe ser el ejemplo de un transporte moderno y eficiente. Y ya es hora de que los sistemas Ecovía y Metrobús-Q adopten el sistema de autobuses eléctricos para evitar la contaminación del aire.