Agradezco al lector de mi artículo, quien ayer observaba que donde dice Felipe VII debía decir Fernando VII. Tiene razón, todo el tiempo estuve pensando en Fernando VII, tanto así que en el borrador le había añadido su primer apodo: ‘El Deseado’, pero lo suprimí por razones de espacio, pues me obligaba a aclarar el origen de un apodo tan contradictorio para un rey detestado (terminó como ‘El Felón’), pero cuyo retorno a España fue muy deseado mientras permanecía retenido por Napoleón en Valençay.
Como editor de libros conozco bien que cuando se fija en la mente la lectura errada de alguna palabra, uno sigue cometiendo la misma equivocación en cada lectura a pesar de que las letras impresas dicen otra cosa.
La suerte en un diario es que numerosos lectores pueden detectar el desliz. Tanto mejor si se toman la molestia de escribir a la Redacción. Eso nos enriquece a todos, no solo cuando corrigen alguna falta sino, mejor aún, cuando refutan una opinión.