La oreja y el oído se lastiman al escuchar a muchos ecuatorianos y ecuatorianas repetir -con redundar innecesario e innecesaria frecuencia- la porfía de lesionar la belleza y la armonía de nuestro idioma , con la finalidad de mostrar y demostrar a todos sus amigos y amigas que la igualdad de género impera en suelo patrio. Esto genera un malestar tan grande que agranda la necesidad de protestar por ello y por aquello, ante los dignatarios y las dignatarias que regulan las normas del uso del lenguaje y de la lengua.