Al Gobierno le salen los tiros por la culata. Desarma a los ciudadanos, para reducir la violencia; la percepción generalizada es que ha empeorado. Crea un impuesto para disuadir la salida de divisas; los capitales huyen en estampida (dulce derrota para el Gobierno, que ya recauda más por el ISD que por el ICE). Dejó de pagar la deuda; ahora paga intereses más altos, con plazos más cortos y condiciones más severas.
Es que el Gobierno no entiende la libertad (la ajena, por supuesto; la suya es una obsesión: que la soberanía, que vayan a ganar elecciones si quieren oponerse, etc.). Recela de ella, la ignora. Por eso tanta regulación, tanta amenaza de sanciones, tanto desplante a otros países.La solución a todo problema, según el Gobierno: “Yo ordeno, ustedes obedecen y este será un mundo feliz”. Cualquiera que haya sido adolescente sabe que “así de fácil, no es”.
Parafraseando a Couture: “La libertad se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración”.