EL COMERCIO del día 24 avisa el aniversario 67 de SOLCA, nacida el 23 de julio de 1964; sin embargo, decir Solca es decir Solón Espinosa Ayala, un general que como dijo Alejandro Carrión “un hombre que tiene el don de hacer las cosas simples y realizables”. No referiré su presencia en Solca como paciente luchando varias veces contra el cáncer en su cuerpo ni como reconocido gran director por décadas de esa casa de salud que lleva su nombre. Lo hago bajo dos responsabilidades -a más de tantas y tantas- de ser él un ciudadano extraordinario.
El 5 de marzo de 1987 el país fue golpeado por dos terremotos con pérdidas humanas y materiales en Baeza, Otavalo, Antonio Ante, Ibarra, Pimampiro y roto 70 km del oleoducto transecuatoriano. Suiza -generosa ante el desastre- donó a través de la Cruz Roja dineros que sumados a los estatales y entregados al general Espinosa -sin embargo, que labora para BB-, aceptó ad honorem el reto de encargarse del tema. Con un grupo de profesionales a su medida de honradez y empeño en cada ciudad, manejaron los dineros llevados documentadamente hasta de centavos con la secretaria Grace Díaz. En 10 meses repararon casas y se construyeron 620 viviendas con los planos del general ingeniero, hombre probo en toda la extensión de la palabra. Hoy, vemos, tras el terremoto de Manabí, dineros robados por prófugos y por millones y los damnificados, aún en carpa.
Solón Espinosa por su liderazgo fue Contralor General de la Nación (1972) en con un trabajo técnico, innovador, sorprendente, comenzando con el Reglamento de Control Fiscal plasmando la Ley de Control Financiero y Fiscal (Loafy) Imparable, rompió paradigmas de burocracia, complicidad, e incipiente corrupción, cuando presentaban informes falsos o simplemente retardados. Incansable, conformó los llamados “cursos rápidos”, asistiendo -más de 30 mil alumnos incluidos de otros países- desde los ministros hasta el último funcionario con responsabilidad estatal de control interno y externo. Por renombrada y acreditada, fue la nuestra la mejor Contraloría americana. Un hito realizado en Quito fue el V Congreso Latinoamericano de Fiscalizadores (CLADEFS), propuso que para el año siguiente todos los países estudien y haga único el Código de Control de la Administración Pública ecuatoriano. Con muchas cualidades -pese a su enfermedad con ejemplar resignación cristiana-, tras dos años de Contralor General de la Nación se retiró con la satisfacción del deber cumplido. Ese día, pronto a su auto oyó ruidos raros en los ventanales de la Contraloría. Golpecitos de reconocimiento, gratitud y aplauso de todos los funcionarios y empleados hicieron llorar sus ojos -y de muchos otros- por el sencillo, franco e inusual homenaje a un ejemplo de Contralor…Hoy esa Contraloría es de vidrios rotos, ventanales quemados, archivos incinerados, funcionarios encarcelados, empleados avergonzados, e increíbles noticias en los medios locales e internacionales. Qué tiempos y hombres aquellos y que tiempo y que gentes, vivimos ahora.