¿La tercera es la vencida?

Suele decirse que nadie aprende en cabeza ajena. Pero lo peor de todo es que muchas veces tampoco se aprende en cabeza propia. Es lo primero que uno piensa cuando observa el drama que viven los sectores no oficialistas alrededor de la posibilidad de captar la Alcaldía de Quito en el 2014, como alternativa a la reelección de Augusto Barrera.

Tal como van las cosas, es posible que este tercer ejercicio político, legítimo en cuanto busca alternativas políticas para aglutinar a los ciudadanos que no comulgan con las ideas y las prácticas del Régimen, caiga en el vacío. El primero evidenció la imposibilidad de ir con un candidato único a las recientes elecciones para la Presidencia de la República. El segundo, menos visible, fue la oportunidad perdida de llegar con cierta fuerza a la Asamblea, un escenario real y posible si se gestionaba con visión estratégica.

Desde luego, cuando se habla de sectores por fuera del Gobierno, se habla de un espectro amplio, que va desde la derecha hasta la izquierda, pero que tiene el reto de convertirse en representación política alternativa frente a un poder monolítico, de ser el envés de una visión del ejercicio político, en donde el Estado no solo regula sino que es actor, que relega las libertades individuales y que arrasa con las visiones distintas. Pero hasta ahora ese espectro no es un todo sino una suma -y ni siquiera eso- de retazos.

En la otra orilla, el Gobierno ha mostrado consistencia y continuidad. Ahora va por la Alcaldía de Guayaquil, uno de los últimos reductos del viejo partidismo y cuyo representante más visible, Jaime Nebot, enfrenta desde el 2007 un sistemático estado de sitio. Lo arrinconaron poco a poco, a partir de la reducción del área de influencia del socialcristianismo, con la división de Guayas en dos provincias, para luego hacer una gestión gubernamental que se volvió una competencia directa a la gestión alcaldicia.

Se podrá decir que el Gobierno cuenta con recursos en apariencia infinitos, lo cual le ha permitido, entre otras cosas, lograr que 180 alcaldes se pongan en la fila para recibir los beneficios de la explotación del petróleo del Parque Yasuní. Se podrá decir que el Gobierno utiliza métodos draconianos para asegurarse fidelidad alrededor de una sola figura y un solo pensamiento, como sucede hoy mismo con el proceso contra dos 'detractoras' como las asambleístas Paola Pabón y Gina Godoy.

¿Pero cuáles son los atributos de los personajes que juegan al otro lado del tablero? ¿Cuál es su visión estratégica en aras de captar un espacio posible de poder? ¿Cuál su capacidad de renunciamiento? Si estos personajes políticos emergentes no son capaces de ponerse de acuerdo para impulsar una candidatura única a la Alcaldía, de seguro no están para cosas mayores. Y esta tercera, y quizás última oportunidad, no será la vencida.

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