Sobre la base del contenido de la nota periodística “Venezuela : ¿Retorna la guerra fría?” del señor Joaquín Hernández y que publicó diario EL COMERCIO el domingo 12 de mayo 2019, así como con noticias sobre las recientes reuniones y diálogos entre los mandos políticos y diplomáticos de dos de las potencias mundiales, EE.UU. y Rusia, en torno a intereses mutuos en el escenario mundial que incluyen la guerra en Siria, el conflicto en Ucrania, la situación en Venezuela y la tensión de EE.UU. con Irán, es pertinente resaltar algunos puntos de preocupación.
Con respecto a la situación interna y el caos que reina en Venezuela, si bien es cierto, se ha señalado públicamente que no se optará por una solución militar, es decir una invasión, el presidente Trump deberá sopesar y meditar muy bien una posible decisión equivocada para enviar sus tropas emulando lo que hicieron en el pasado sus antecesores para precautelar sus intereses en el “patio trasero”, llámense Nicaragua, Haití, República Dominicana, Grenada y Panamá.
Pues no se debe olvidar que Rusia defiende intereses geopolíticos en Venezuela y además mantiene un contingente militar en el país caribeño.
Con relación al otro foco de tensión en Asia, por el retiro de EE.UU. del pacto nuclear de varios países con Irán, no deja de ser preocupante la guerra verbal y psicológica entre estos países, más aún, cuando existe despliegue de unidades navales de combate y bombarderos en la siempre inflamable región del Golfo Pérsico.
Existe un alto riesgo de que el enfrentamiento verbal escale, se transforme y se desate un “conflicto accidental” de incalculables alcances y consecuencias.
No debemos olvidar que EE.UU. en el pasado ha emprendido sus aventuras bélicas, con montajes de “falsa bandera”.
Recordemos el incidente del “Maine” que propició su guerra con España a fines del siglo XIX; el pretexto del ataque en el golfo de Tonkín en 1964 que facilitó la intervención armada en Indochina y la agresión a Vietnam hasta 1973; y por supuesto, en nuestro pasado reciente, la invasión a Iraq en 2002, basada en la información falsa del supuesto almacenamiento de armas de destrucción masiva.
Solo que en esta ocasión Rusia, y también China, defienden sus intereses en la región.