Las “Unidades Administrativas de Talento Humano” constituyen un hito en la historia del país. Indudable diferencia con ese pasado oprobioso de las oficinas de recursos humanos de claro corte neoliberal. La revolución nos ha enseñado que la mejor forma de transformar algo caduco e ineficiente es cambiar su nombre -sin que nada cambie en realidad (El Gatopardo). Allí no queda la cosa, al empleado público le exigen llevar sobre sus espaldas el peso de la revolución, por las buenas o por las malas, ¡faltaba más! Si alguien rezonga por “horarios especiales” de trabajo, sin el menor reconocimiento de horas extras, el jefe del talento humano blande en su cara un párrafo del Acuerdo MRL-2012-136: “De acuerdo a las características y necesidades del servicio podrán incluirse en las jornadas especiales de trabajo: sábados, domingos, días de descanso obligatorio y horario nocturno, las cuales no tendrán recargo alguno”. ¿No es algo inaudito?, al empleado público le aplican lo que está prohibido en el sector privado. Esta injusta aberración discrimina, entre otros, a los trabajadores de la salud que laboran precisamente en horarios especiales. Un Gobierno que se jacta de haber terminado con la tercerización laboral fomenta la explotación y la precarización de sus propios trabajadores. El “talento humano” al servicio de la doble moral.