Al realizar este inaplazable trabajo para mejorar la estética de la ciudad se han procedido a talar árboles de 20 o 30 años (sembrados originalmente por los residentes, no por el Municipio de Quito) en forma indiscriminada y no únicamente los que podrían dificultar los trabajos sino inclusive aquellos que no están en la línea de la zanja correspondiente.
Los residentes, con justa indignación por este atropello a los derechos de la naturaleza consagrados en la Constitución vigente, como forma de protesta han colocado carteles en cada uno de los árboles para así buscar salvarlos.
Algo igual sucedió hace algunos meses con las palmeras ubicadas en la zona de la Avenida 6 de Diciembre y la calle Whimper.
La correspondiente autoridad municipal se ha limitado a manifestar que se verá si se atiende esa inquietud y que, a su momento, se los reemplazará por especies autóctonas.
En una ciudad de la alta contaminación de Quito un árbol debe ser preservado a toda costa.
La poca arborización en las calles y avenidas dan la impresión de que vivimos en una selva de cemento.
Estas políticas sin sentido deben merecer la atención del señor Alcalde a quien sugiero visite la calle de los trabajos o a algún Concejal que tenga sensibilidad por la naturaleza y se dé una solución racional.
Los habitantes de Quito, que somos los mandantes de las autoridades municipales, nos sentimos obligados a hacer escuchar nuestra voz para defender a la ciudad en que hemos nacido o vivimos.