Como todo dura el tiempo de un chasquido de dedos, ya se olvidará a este hombre fuera de lo común. Por eso, qué bueno sería que un periódico, o revista, publique entero el discurso de S. Jobs dio en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford, el 12 de junio de 2005. Ahí está su desiderata, su filosofía de vida. Harían tanto bien a la gente joven, esencialmente y a los que no tienen acceso a la tecnología. Lo leí completamente y lo vuelto a leer (una buena amiga tuvo la bondad de enviarme impreso). El discurso se llama “Deben encontrar lo que aman”. Son tres historias. La más entrañable es sobre la muerte, su premonición. Ahí expresa que en los últimos 33 años de vida “he mirado el espejo y me he preguntado: ¿si hoy fuera el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?”. Da la impresión de que Jobs era un gran lector de los Estoicos.
Como ven, lectura apta para todo el mundo, porque nos hace ver que la muerte nos recuerda nuestra precariedad, nuestros límites, incluido a los que se creen eternos, invulnerables, todopoderosos y tan soberbios. Espero que alguien lo edite y así se animen tantos jóvenes indiferentes y “anémicos” de ideales. Incapaces de indignarse ante las injusticias que se cometen en sus narices.