La libertad de expresión, pensamiento y difusión de las ideas, nunca antes por lo menos en las últimas tres décadas, había estado tan amenazada y cuestionada en el Ecuador, como ocurre hoy en día, donde el Gobierno trata por todos los medios de callar a una de las principales voces de denuncia pública contra los excesos y corrupción del poder reinante.
Diario El Universo está siendo brutalmente perseguido, por todos los medios posibles tratan de destruirlo, para convertirlo en un instrumento de propaganda de una revolución que ha perdido todo su rumbo y transita como veleta por los mares de la desquicia.
Lo peor que está pasando no es solo la demanda por 80 millones contra el diario, o la solicitud de tres años de prisión contra sus directivos, sino la falta de solidaridad evidente de los lideres guayaquileños a los que El Universo sirvió desinteresadamente cuando se lo pidieron, y hoy por cobardía o compromisos con el Gobierno, prefieren miran hacia otro lado.
Guayaquil se ha quedado definitivamente sin Alcalde y Prefecto. Ambas autoridades están más ocupadas en cuidar sus espaldas, que en asumir compromisos y luchar a favor de la libertad de expresión y la seguridad jurídica del Ecuador.
En las acciones contra diario El Universo, se siente con fuerza la saña del martillo. El Universo es una de las instituciones más emblemáticas de Guayaquil, y su permanencia como un ente privado e independiente no es posible bajo los esquemas actuales .
Si logran el despropósito de destruir y callar a El Universo, Ecuador estaría definitivamente sometido a la fuerza de la insensatez y al oscurantismo irracional.