En estos días después del terremoto en Manabí, se ha hablado mucho de la sociedad civil. En efecto, ha sido apreciable la generosidad de individuos y organizaciones. No obstante, el concepto de sociedad civil supone un país con igualdad de oportunidades. Cuando se trata de una sociedad con amplios sectores de la población en situación de pobreza, como todavía es el Ecuador, solamente el Estado puede realizar políticas que permitan cambiar esa realidad a mediano o largo plazo.
Además, en cualquier país, en el caso de una emergencia como la que hemos vivido, solo el Estado puede, por ejemplo, canalizar la ayuda internacional. Sin negar la importancia de la solidaridad privada, han sido las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la Secretaría Nacional de Riesgos, los COES nacional y provinciales, el ECU 911, el Conadis, las instituciones que han coordinado la ayuda a las poblaciones afectadas.
Sin embargo, el discurso politizado pretende identificar al Estado con una tendencia política, por lo cual se trata de negarle cualquier realización. Así surge una competencia absurda, según la cual la sociedad civil ha hecho más y mejor después del terremoto, pues la identifican con sectores opuestos al actual Gobierno. Es la misma actitud que han tenido los opositores desde hace 9 años,la de no reconocer ningún logro. Me parece que este es el motivo por el cual el Gobierno se ve obligado a informar, rectificar y desmentir.