El académico Andrés González, entrevistado por Diario EL COMERCIO, afirma que se va cerrando el ciclo del socialismo del siglo XXI. Visto desde la superficie, aun cuando estos regímenes, de Venezuela a la Argentina guarden diferencias, efectivamente es así. Y en efecto, si se intenta una comprensión más a fondo del modelo intervencionista de Estado puesto en práctica con matices por estos gobiernos, se comprenderá que su crisis era desde un principio solo una cuestión de tiempo.
En efecto, basado en la expansión de las funciones del Estado, la alta inversión pública, el estímulo estatal a la demanda agregada y el gasto dispendioso; acompañados de un poco cuidadoso manejo del sector fiscal y muchas veces también de un discurso populista menospreciador de la gestión e inversión privada; estaba llamado a entrar en crisis por su falta de sustentabilidad, inmediatamente cuando las condiciones económicas favorables que permitieron su expansión, desapareciesen.
No es nueva en América Latina la experiencia de economías de alta intervención del Estado, como no es nuevo su fracaso. El Chile de Salvador Allende (1970-1973); el Perú de Alan García (1985-1990); el México de López Portillo (1976-1982), corrieron sendas parecidas: crecieron auspiciosamente en un inicio, llevaron a sus economías a una grave crisis fiscal y fracasaron estrepitosamente al final.
Cabe pensar ahora, que pasada esta lamentable nueva experiencia -que deja como las veces anteriores, otra vez, en Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador una herencia de irracional gasto público, desequilibrios fiscales, deuda externa acumulada, burocracia sobredimensionada, inflación y depresión económica, con dolorosos ajustes pendientes-, los sectores de izquierda, autores de esta iniciativa tomen en cuenta los elementos que le han llevado otra vez al fracaso. Y que analicen los factores que en Uruguay, Chile e incluso Bolivia han puesto la diferencia.