SOBREDIMENSIÓN Y ABSURDO
Usted asiste a un evento artístico que nutre su alma. Sale del recinto con una sonrisa, orgulloso del talento nacional. Siente hambre y transita a 65 km por una avenida que usualmente reta su paciencia en horas pico. Un uniformado lo detiene; cual delincuente le dice sus derechos y le cuenta que por sobrepasar el límite de 50 km irá preso por tres días, le quitarán 10 puntos y pagará 320 dólares. Atónito, tratará de defenderse y se estrellará contra la “autoridad”. Le enseñarán la foto y los datos del radar. Será trasladado al bus donde aguarda una veintena de ciudadanos; entre ellos puede encontrarse con un extranjero, que trabaja en la Costa, y clama por ayuda ya que su cónyuge no conoce la ciudad y es casi medianoche; la respuesta que le darán será: “No sé, usted vea qué hace”. También puede estar un taxista que no tendrá de dónde pagar la multa, ya que carece de ahorros y estará tras las rejas 72 horas sin percibir ingreso alguno. Ya en el retén, pernoctará en un tieso y frío poyo y se enterará de que además le cobrarán 5 dólares por noche y si quiere un catre para recostarse la tarifa subirá a 10. Le indicarán las horas en que pueden traerle la comida y visitarle tras barrotes. A las 4 de la mañana le despertarán para que se duche en agua helada. Entonces se preguntará: ¿por qué algunos malhechores son dejados en libertad en menos de 24 horas? ¿Por qué se aplica la “ley” con rigor en casos de tránsito y es tan condescendiente con verdaderos malhechores? ¿Por qué al maleante no le cobran multas? ¿Adónde van los fondos recolectados? ¿Hasta cuándo nos resignaremos frente a este tipo de sanciones absurdas y sobredimensionadas nunca antes padecidas en la ciudad?