El 12 de agosto mi tía abuela necesitaba asistencia médica urgente en el área de neurología, ella se sentía mareada, ciertos espacios de nuestra casa no reconocían y se desmayaba constantemente, por lo cual decidí llamar al Ecu 911 para pedir una ambulancia. Al momento de la llamada me atendió un señor, a quién le manifesté los síntomas que presentaba mi tía y que adicional a esto le habían detectado que era covid-19 positivo, pero ella era asintomática. Este señor me supo manifestar que no había unidades disponibles y que no podía poner mi solicitud en alguna lista de espera, porque tenía la orden de solo dar ambulancia a las personas con covid-19 que tuvieran problemas respiratorios graves.
Como se puede evidenciar, viví en carne propia el colapso del sistema de salud en nuestro país, pues no hubo ninguna ambulancia disponible ni tampoco ninguna casa de salud pública quiso hacerse cargo de mi tía. Lo único que se pudo conseguir fue asistencia médica vía telemedicina.