El verdadero sentido de la Navidad se ha perdido, fue reemplazado por el espíritu comercial, aquí hay una distorsión teológica que nos hiere, aquí hay una conveniencia que enriquece a unos, aquí hay una angustia, para quienes se endeudan. El verdadero sentido de la Navidad se ha esfumado, con el paso del tiempo su mensaje se fragmentó, unos creen que es el día para celebrar a Papá Noel, otros creen que es la ocasión para regalar algo, algunos se acuerdan que Jesús nació, y él es el centro. El verdadero sentido de la Navidad no está presente en el juego de luces adornando a las ventanas, en el espectacular pesebre que promociona a una empresa, en el árbol de plástico que se enciende en las noches, en la película de moda que nos divierte y nos enceguece. El verdadero sentido de la Navidad no está palpitando en el juguete que se regala, para compensar la ausencia, en la funda de caramelos que se regala, para calmar la conciencia, en el electrodoméstico que se regala, para agradar a la familia, en el perfume que se regala, para conquistar el afecto. El verdadero sentido de la Navidad hay que rescatarlo, la Navidad es la demostración del amor de Dios hacia el hombre.