Le escribo a nombre de los vecinos de la nueva Unidad Educativa Eugenio Espejo, construida bajo la responsabilidad del Fonsal y el Municipio de Quito. En bien de la buena vecindad, nos gustaría que tuviese la amabilidad de visitarnos y observar el contexto.
Durante el último año hemos tolerado el mal olor de la basura; el sonido constante de los generadores, sueldas eléctricas, taladros, cortadoras de acero y demás instrumentos indispensables en una construcción de tal naturaleza. ¿Cuándo se restituirá a la zona algo del verdor y la frescura que proporcionaban las siete hectáreas de eucalipto que fueron taladas inmisericordemente a favor de la nueva Unidad Educativa?
Aquel ambiente natural fue uno de los elementos que nos atrajeron cuando decidimos comprar nuestras casas; ahora, el mal olor de la basura y el ruido a toda hora nos está enfermando. Esperamos con ilusión la etapa de arborización.