Por todo el mundo, muchas personas opinan que Jesucristo es el hombre más grande que ha vivido. Sin embargo, hace 1980 años entregó su vida por nuestros pecados.¿Cómo es posible que la muerte de un solo hombre ocurrida haga siglos, nos beneficia en la actualidad? Por eso este acontecimiento de la muerte de Jesús es una época apropiada para que nos examinemos a nivel personal y como familia, y veamos si tenemos en realidad el distintivo del cristianismo verdadero: amor como el de Cristo. Este amor abnegado pudiera implicar que el cristiano verdadero arriesgue la vida para no traicionar a su prójimo, aunque con más frecuencia conlleva a que estemos dispuestos a sacrificar nuestros intereses personales a fin de ayudar a los demás. Agradar a Dios no es complicado. Todo lo que pide de nosotros se resume en una sola palabra: amor. Este ha sido y siempre será la esencia de la adoración pura. No obstante, el amor no es cuestión de meras palabras o sentimientos, sino que se expresa mediante actos.