Día a día participo del transporte público de la ciudad de Quito, ya que como estudiante tengo que movilizarme cada mañana a la universidad y
también de regreso a mi hogar pero en las últimas tres semanas he experimentado situaciones muy desagradables respecto de la “seguridad” que ofrecen los conductores de las líneas de servicio debido a su forma de conducir. Ellos piden un aumento en el cobro de pasajes pero ¿en verdad se lo merecen? No generalizo pero si se trata de una mayoría, para recibir hay que dar y no es posible que ellos no asuman que estar frente al volante no solo es cumplir con su obligación laboral diaria sino que también están a cargo de vidas humanas que anhelan regresar a sus hogares. O ¿hay justificación para el abuso de poder al momento de conducir? Se supone que son “profesionales del volante”, esto no implica que el primero que llegue gane sino que conduzcan responsablemente, con conciencia porque de no hacerlo las consecuencias pueden ser fatales.