Ecuador no posee capacidad tecnológica para utilizar sus recursos genéticos. Tenemos un atraso de 50 años. La culpa es la falta de institucionalidad y respeto por la ciencia. Durante 50 años nadie habló de genómica. No existió interés por sembrar el conocimiento que hoy nos hubiese permitido sondear las riquezas oceánicas para hallar moléculas orgánicas capaces de sintetizar energía solar en hidrocarburos; explorar los tejidos vegetales del Yasuní en búsqueda de fábricas moleculares capaces de metabolizar plástico o sintetizar nuevos compuestos químicos; recuperar microorganismos subterráneos con información genética para descomponer hidrocarburos y convertir materia en energía; modificar el genoma de nuestros cultivos para hacerlos más productivos; programar células para que produzcan polímeros, medicinas, textiles, energía, etc.
El futuro de la industria y la humanidad depende del dominio de las moléculas de la vida. Quienes dominen la genómica dominarán el mundo. Hoy, aunque tarde, en Ecuador intentamos imitar una frontera tecnológica que raya en la ciencia ficción. Hoy nos sorprendemos de lo que dejamos de hacer y lo que permitimos. Lo hecho está y no hay marcha atrás. Hoy en Ecuador, el reto fundamental es respetar la cultura científica y permitir que la gente que ama la ciencia pueda trabajar en un medio de prosperidad intelectual.