Es derecho y obligación de todos los ecuatorianos preservar todo nuestro patrimonio natural e histórico, como es de conocimiento público en las últimas semanas después del anuncio del presidente Correa del fin de la campaña para recaudar fondos para el Yasuní y el comienzo de la explotación se ha comenzado a buscar propuestas para evitar la extracción de petróleo de la reserva ecológica.
Todas las propuestas para este fin son válidas desde cualquier punto de vista dada la importancia de lo que el país perderá en el ámbito ecológico, las marchas a favor o en contra de la misma están en su pleno derecho de ser realizadas pero mi pregunta es si dentro de estas organizaciones por el caso que está en pugna debe haber ciudadanos entendidos en ecología, preservación de bienes naturales, defensores de animales y personas con un alto grado de respeto al país, después de las marchas de estos últimos días en el Centro Histórico de Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la cercanía al mismo desde mi domicilio observé la manera cómo había quedado luego de las marchas, cabe la pregunta si el modo que se ha tratado a la cuidad con la destrucción de aceras cerca de la iglesia La Compañía de Jesús, grafitis en las paredes y puertas de las casa aledañas al Palacio de Gobierno no es igual un atropello a una reserva y testamento histórico para nuevas generaciones.
Por lo tanto es incongruente y triste que estamos pidiendo que no se destruya el Yasuní pero a la vez destrozamos el mejor Centro Histórico de Sudamérica.