Están mal acostumbrándose a poner nombre a cada cosa. De alguna manera queremos justificar los errores frente a la realidad de un pueblo ávido por mejorar su estatus socioeconómico. Esta es una razón suficiente para que resurjan las protestas, que repercuten en la tranquilidad ciudadana. Lavarse las manos como Poncio Pilato es como si en esta época crucificarían al menos indicado. Lo razonable sería corregir los errores cometidos y aceptar la culpabilidad del dinero mal gastado. Falta mucho para que surjan verdaderos salvavidas del pueblo ecuatoriano.