Hace tres años, en el megaoperativo Bodegas, la Policía, Fiscalía y ministerios del Interior y Salud denunciaron que, en una mecánica y en condiciones insalubres, una distribuidora imprimía y cambiaba alegremente etiquetas de varios medicamentos. Ahora, en redes sociales se ha denunciado la adulteración de un medicamento prescrito y dispensado en el IESS, fármaco cuyo interior estaba vacío y no contenía el principio activo.
Según la USTR (Oficina del representante de Comercio de Estados Unidos), en el año 2015 Ecuador pasó de encontrarse varios años en “observación especial” a la “lista negra” junto con Venezuela y Argentina, como países que violan los derechos de propiedad intelectual en el sector farmacéutico. La OMS estima que la falsificación y adulteración de medicinas en estos países representan un 40% del suministro total y que llamativamente los mayores productores y proveedores de este tipo de fármacos son China y la India.Estos dos hechos delictivos de una industria asesina y millonaria en pleno auge en el país, evidencia la ausencia de un sistema de trazabilidad de medicamentos, que es hora de replantearse la magnitud del problema, limitar sus efectos nocivos en los pacientes y controlar la presencia de estas medicinas ilegítimas en el mercado, a través de una fuerte y seria acción fiscalizadora y sancionadora de las autoridades.