Maravilloso ser por Dios creado. Tu presencia es salmo de gracias, una dulce canción de gran contenido; el incomparable regalo de amor. Ante ti hoy, muy reverente y grato, inicio mi placentero viaje de poeta mi delirante exaltación a tu belleza; mi titulación como filósofo racionalista. Me inclino humilde y te ofrezco flores, contemplo tu esbelta silueta inspiradora, y concluyo que tú eres la diva del universo; el luminoso centro de las constelaciones.
Gracias te doy mujer por tu ser y estar, por tu amar y dar sin límites de tiempo, porque conjugas dulce todos los verbos; para hacerle sentir tu compañía al hombre. Me detengo en el paisaje de tu rostro, en la cautivadora luz de tus ojos, en el inagotable manantial de tu sonrisa; y en el inmenso manto de tus cabellos.
Me enternece cuando tu faz cambia, cuando el sol de tus ojos se hace noche, mientras una pena te acompaña rauda; hasta que otra vez la noche se vuelva día. Admiro tus nobles cualidades, las artísticas líneas de tu cuerpo, el espiritual templo de tu alma buena; donde desarrollas virtudes y enseñanzas. Eres la niña que creció cual bella flor, la esbelta espiga dorada que dio frutos, la humilde cooperadora de Dios en el mundo; en fin: la niña, la espiga, la vida misma… Maravilloso ser por Dios creado, contemplándote te exalto y te festejo, saludo y honro tu Internacional Día; te ovaciono sin fin por tu ser y tu estar. Que el universo te ofrezca sus riquezas, el sol, la luna y las estrellas formen hoy una tiara maravillosa para coronarte; y que las bellas artes te dignifiquen.