Los riesgos de la propaganda

Al cabo de 5 años de gobierno, pese a los continuos reclamos de la población y de muchos médicos no alineados con el oficialismo, Correa recién se entera que el Hospital Baca Ortiz no funciona como le habían contado, como lo ha presentado siempre la propaganda oficial, preparada y difundida por sus más cercanos colaboradores. Parecería que una víctima, no tan inocente, de su propia propaganda, ha sido nada más y nada menos que el mismísimo Presidente.
Las verdaderas víctimas, como siempre, fueron los niños y sus padres que, para recibir atención en ese hospital, debieron pagar por exámenes en clínicas privadas, mientras el Gobierno exaltaba los logros de la revolución en la salud. ¿Alguien recuerda eso de hospitales sanando, convertidos en hoteles de cinco estrellas?
Insultar a los médicos y transferir la culpa de lo ocurrido a las clínicas privadas, forma parte del show mediático, al que ya nos tiene acostumbrados. Los administradores de la Salud Pública y de los hospitales, que tantos dolores de cabeza le han causado, fueron sus coidearios, personas escogidas por el Régimen, por sus “mentes lúcidas y corazones ardientes”. Ya basta de buscar chivos expiatorios en los demás, ha llegado la hora de asumir responsabilidad y consecuencias de la propaganda.

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