El Gobierno en todas sus publicaciones menciona que vivimos una verdadera revolución en salud, entre otras “revoluciones”, que no se cansa de publicitar. Sin embargo es claro que la tal revolución no ha llegado al IESS ya que su servicio sigue siendo deficiente.
Mi madre, jubilada de la tercera edad, está sufriendo la falta de criterio, de sensibilidad humana, la evidente ineptitud y la tremenda burocracia de esta institución para que se atienda de un problema crónico que requiere atención urgente, que ha desmejorado radicalmente su calidad de vida, casi no puede respirar, y lleva ya un año entre el “ya mismo”, “ya está pedido”, “paciencia”, “ya tiene la solicitud fulano y ya mismo pasa a zutano y luego a mengano”.
Es indignante lo que sucede en este instituto, supuestamente al servicio de los ecuatorianos. Evaden, se tiran la pelota, no asumen responsabilidades. Mil viajes sin respuestas. Ha aportado toda su vida, y solamente ha requerido sus servicios dos veces, una hace 30 años y ahora.
¿Puede llamarse a eso revolución en salud? Deberíamos hacer una consulta popular para preguntarnos si queremos seguir aportando al IESS ya que es claro que el futuro es incierto con ellos. Pero es claro que lo que sucede en el IESS no exime de responsabilidad al gobierno.