Soy un lector permanente de EL COMERCIO y varios artículos, me motivan a escribir. El titulado “Cualquier Pendejada” de Pablo Cuvi, me recuerda a mis años de estudiante de Economía de la Universidad Central en la década de los 60, donde influenciados por la Revolución cubana, todos queríamos ser revolucionarios para que les toque algo a los que nada poseían, pues los que vivíamos ese sueño ya algo teníamos.
Entre quienes nos guiaban, destacaban Manuel Agustín Aguirre a quien, en cada charla, se le recibía de pie en el teatro de la Escuela Espejo; Telmo Hidalgo; Laura Almeida, para solo citar los principales. Eran los tiempos de URJE, de los cuales hay que recordar la aspiración de rescatar a los más necesitados, porque sus dirigentes nunca pensaron en sus necesidades económicas personales, porque en esa etapa “ser de izquierda significaba ante todo honestidad y sacrificio”; hoy, en cambio, como lo señala Cuvi “cuando uno pregunta a un taxista que es ser de izquierda, responde: ser ladrón”.
Es que “los pícaros que nos gobernaron dejaron el campo de la política convertido en un muladar, un basurero”, de ahí es que según la última encuesta de Cedatos, al 59% de la población le desagradan todos los movimientos políticos y “cuando la gente oye (la palabra) “revolucionario”, piensa en Glas, los Alvarado, Pólit o Capaya” por lo que no quiero que crean que yo soy igual a ellos, más aún, nunca estuve cerca de la Revolución Ciudadana.