La remoción del Alcalde de Quito
La remoción del alcalde de Quito nos invita a realizar profundas reflexiones sobre las realidades que estamos viviendo en nuestro país.
Una autoridad electa con legalidad pero sin legitimidad, poco preparada para las funciones a la cual se candidatizó, incapaz de sopesar la responsabilidad que asumió, con un ego de poco alcance que pretendía poder engañar a los demás utilizando argumentos que por lo infantiles resultaban ridículos, en fin, el típico producto de un código de la democracia concebido por gente mediocre, sin visión de patria.
Igualmente, desnuda la naturaleza del movimiento que lo inició en política, recurrir a gente conocida pero sin preparación moral ni intelectual.
También evidencia los intereses que mueven a funcionarios de elección popular: intereses personales o de grupo, pero no de la sociedad que los eligió.
Esta última reflexión nos lleva a analizar lo que significa el grupo político con el que nación, lo puso en posición de asambleísta, donde tampoco brilló, donde quiso hacerse célebre con aquello de “soy como un niño que no sabe si quedarse con papá o con mamá”, frase sinceramente poco afortunada. El único mérito fue haberse arrimado a un movimiento político que le permitió, con acciones poco claras, con la aquiescencia de alguien que piensa igual que él: intereses de grupo o personales y no de sociedad.