Relatos tradicionales que han permanecido intangibles de generación en generación ; nos dicen que el 31 de Diciembre de 1842 los vecinos de los barrios del Guayaquil de la época; confeccionaron por primera vez monigotes rellenos de paja y otros materiales combustibles, con las prendas de vestir que habían pertenecido a sus familiares trágicamente fallecidos en agosto de aquel año, víctimas de la epidemia de fiebre amarilla que afectó a la urbe : Los monigotes fueron incinerados a las 00:00 del 31 de Diciembre , dándose a entender que de tal forma aniquilaban los recuerdos de un año trágico, debiendo resurgir del fuego y las cenizas tiempos nuevos, llenos de dicha y ventura. Así nació la tradición del año viejo, la cual perdura hasta nuestros días.
Algo similar sucederá a las 00:00 de este 31 de diciembre: Al incinerarse el monigote que representa el año viejo, se consumirán los recuerdos de 365 días matizados por el dolor, la desesperación e incertidumbre que ha traído consigo la pandemia de covid que afecta a nuestro país y el mundo; se disolverán entre las llamas, los trágicos momentos vividos a consecuencia del virus enemigo mortal para la humanidad del Siglo XXI.
Mientras se consumen con el monigote de año viejo los momentos de dolor y muerte que trajo consigo el trágico 2020; cual ave fénix surgirán de las cenizas dejadas por el fuego que matiza el final de un periodo de 365 días y el inicio de otro similar; los deseos de mejores días llenos de dicha, paz y progreso para el Ecuador y el mundo; augurando que todos seamos los artífices y forjadores de estos nuevos tiempos.
Sin lugar a dudas que el 2021, que dentro de breves horas debemos iniciar, será el Año de la Esperanza.