A finales de 1977, los EE.UU. envió al espacio dos sondas espaciales con los nombres de Voyager 1 y Voyager 2. El objetivo era estudiar los límites del sistema solar, incluyendo el Cinturón de Kuiper.
Carl Sagan, en un inigualable relato, nos cuenta en sus obras Cosmos y Un Punto Azul Pálido el encuentro de las Voyager con Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Cuando el Voyager 1 ya se encontraba en el espacio, se modificó su ruta de vuelo para que se acerque a Titán (el principal satélite natural de Saturno) con la finalidad de examinar su atmosfera.
Sucede que Titán posee una atmósfera densa rica en metano y en muchos sentidos muy parecida a la atmósfera de nuestro planeta. Fue tan importante la información que envió el Voyager 1, que la NASA envió a Titán otra astronave con el nombre de Cassini en octubre de 1997.
En septiembre de 2013, el Voyager 1 fue el primer objeto creado por el ser humano en superar la heliopausa (lugar donde le viento solar da paso al viento estelar) y adentrarse en el espacio interestelar. La NASA declaró el 25 de agosto de 2012 como la fecha en que llegamos al espacio interestelar.
A inicios del 2017, las naves Voyager se dirigen a la Nube de Oort y según Carl Sagan, las dos naves espaciales concluirán su paso a través de ésta aproximadamente dentro de veinte mil años.
Es interesante anotar que el costo de construcción y seguimiento de las naves Voyager es de USD 988 millones, en cambio el Ecuador se gastó USD 1 200 millones en construir una refinería invisible en los Aromos, de la cual (es invisible) todavía no se ha visto la primera piedra.