Los proyectos de ley enviados por el Ejecutivo para la aprobación de la Asamblea, concretados en reformas a la plusvalía y a las herencias, buscan, según han repetido diferentes actores políticos, corregir las desigualdades económicas de los ecuatorianos, lastimosamente olvidan que la redistribución de la riqueza no puede hacerse mediante mecanismos tributarios, ello es un engaño, porque después de un tiempo se verán las mismas desigualdades.
En efecto, los impuestos sean estos directos o indirectos, pueden ser trasladados en el 100% a terceros, con lo cual la carga tributaria, en última instancia, no es absorbida por el contribuyente que aparece en el comprobante de pago, sino por la sociedad en general, burlándose de esta manera el propósito por el cual se ha expedido la ley.
La vieja teoría económica defendía el criterio de que los impuestos “indirectos” eran los únicos trasladables a los ciudadanos, puesto que los calificados como “directos” no era posible, poniéndose como ejemplo el impuesto a la renta porque, en cada caso, había un contribuyente determinado. Pero la práctica nos ha demostrado que los tributos que supuestamente pagan los profesionales o las empresas, son incrementados automáticamente en el monto de la carga impositiva, con lo cual tales contribuciones son, en el fondo, pagadas por terceros.
En los casos de herencias y plusvalía, los propietarios de los bienes raíces que vendan y los padres de familia que dejen algún patrimonio, simplemente buscarán la manera de trasladar a terceros las nuevas cargas, pero ni los unos, ni los otros las van a asumir, porque el mercado regulado por la oferta y la demanda, lo permite.