Un sismo se convierte en desastre cuando el nivel de destrucción es mayor a lo esperado y sobrepasa a las medidas de prevención existentes y desborda la capacidad de respuesta institucional y la de la comunidad afectada en su conjunto. También cuando se evidencian las condiciones de vulnerabilidad.
El plan de acciones urgentes de recuperación de zonas posdesastre debe contemplar tres objetivos prioritarios: identificar los daños existentes, junto a las vulnerabilidades originadas por el terremoto en la zona de desastre; organizar las capacidades institucionales que sean parte de un plan de acción para la rehabilitación sustentable; y construir conjuntamente con los diferentes actores de la sociedad una propuesta planificada hacia el desarrollo, que sea técnica y económicamente factible a mediano y largo plazos.
La recuperación debe ser asumida bajo el concepto de desarrollo, incorporando a la más amplia gama de actores públicos y privados involucrados en el proceso de recuperación social y emocional de la población afectada; en la habilitación de la vivienda y hábitat seguro; en relación al funcionamiento de los servicios básicos y la infraestructura urbana; así como en la reactivación de la producción y empleo.
La recuperación debe transformarse en una oportunidad para socializar la cultura de la prevención reduciendo las condiciones de riesgo producto del desastre, de manera que permita planificar técnicamente el ordenamiento territorial y el futuro desarrollo urbano de las comunidades afectadas, como parte de una política pública; considerada desde la perspectiva de la sostenibilidad y gestión de riesgo, mediante la utilización del fondo de reconstrucción manejado transparentemente.