La tragicomedia ecuatoriana parece no acercarse al final, se preparan para volver a la escena los grandes actores, cómplices y encubridores que se llevaron en peso todos los fondos públicos, dejándole al confiado pueblo con los bolsillos vacíos.
Hoy el escenario se presenta oscuro porque la falta de educación, el desamor a las raíces es la triste ceguera que impide ver que tras bastidores figuras maquiavélicas con grandes fundas del mismo oro robado, compran conciencias y a río revuelto se proclaman triunfadores, mientras el desafortunado pueblo sentirá como cae con fuerza el telón sobre sus espaldas y en un tardío sálvese quien pueda entenderá que no está en el final de su tragedia sino en el principio.