La realidad se impone

En las campañas electorales se suelen pintar escenarios exagerados de parte de los bandos en competencia.

Distintos temores hacia lo que podría ocurrir tienen los diversos sectores de la sociedad, según la comprensión que cada uno tenga. No es fácil predecir el futuro, así se hagan sesudos análisis económicos del presente. La disposición a describir un porvenir negativo suele ser una táctica política de los llamados “agoreros del desastre”.

Tal vez el miedo más frecuente en el Ecuador es que la economía se encamine hacia los problemas que tiene hoy Venezuela. No es descabellado pensarlo porque para ambos países la caída de los precios del petróleo en los últimos años ha sido un duro golpe. Sin embargo, se pueden notar algunos aspectos diferentes: aquí el presupuesto estatal depende menos de las exportaciones petroleras; hay buena producción de alimentos y productos de primera necesidad que abastecen el mercado nacional; la moneda es el dólar, por lo cual no hay el problema de Venezuela respecto al cambio de divisas para las importaciones. Pienso que en el Ecuador ha habido conciencia de que es fundamental aumentar y diversificar las exportaciones para fortalecer la dolarización. Tal es la finalidad del Acuerdo Comercial con la Unión Europea.

Es beneficioso para la economía que se hayan construido nuevas hidroeléctricas y mejores carreteras. No parece que el gobierno venezolano haya tenido ese mismo afán. A pesar de que la ideología de ambos proyectos políticos debe dar prioridad a los programas sociales, no se ve en Venezuela el interés que ha habido en el Ecuador por construir y modernizar unidades educativas, centros de salud, hospitales y cárceles.

Entonces, no es adecuado reproducir en el Ecuador una situación política inestable como la de Venezuela. Pienso que la oposición debe moderar su conducta y el nuevo gobierno brindar canales de diálogo y apertura para acoger demandas y propuestas de los distintos sectores.

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