La crisis por la que atraviesa nuestro país ha sido elaborada de manera consciente por el poder dominante, convertido hoy en uno de los “poderes fácticos” del que tanto hablaron y al que combatieron, al parecer la crisis a la que hemos llegado se debe a la desastrosa administración de un grupo de dirigentes populistas y una red de aliados a la revolución socialista que se ha encargado de desmontar y demoler lo poco de equidad y equilibrio que mantenía el país antes de la llegada del socialismo del siglo XXI.
Por ingenuo que parezca hablamos de una “contrarrevolución” para detener el camino hacia la libertad, la igualdad y la fraternidad, las nuevas formas de sumisión, miedo y temor son el ataque perverso a los valores humanos que son el fundamento de la evolución social y que pone al descubierto al populismo mal intencionado, una corrupción generalizada y una decadencia ética y moral de la sociedad que se agrava cada día.
Cierto es que la población también tiene su cuota de responsabilidad al permitir que este tipo de gobernantes lleguen al poder y ejerzan la administración de manera abusiva y sombría, pero también tiene la obligación de luchar por el derecho a la vida, la libertad y la propiedad.
Debemos poner un alto a la politiquería que ha llevado al país a la decadencia y la destrucción de los cimientos de la sociedad. Un nuevo proceso electoral se avecina y debemos poner en juego nuestra capacidad de razonamiento para no permitir que nos vuelvan a engañar. Basta de autoritarismos, despotismo, mediocridad, desterrar la maldición populista nos hará libres para recuperar la dignidad venida a menos.