Sin duda, los ‘moules’ cocidos a vapor y una guarnición de ‘frites’ preparados por el chef belga saben mejor si no hay remordimiento ni sentimiento de culpa. Es que cuando se ha perdido la perspectiva y se ha silenciado a la voz interior, es más fácil digerir los placeres que ofrece el poder.
Cuando para Correa, USD 30 000 que, según él, cuesta una sabatina, es una cifra tan despreciable, es que se ha perdido por completo la idea del valor del dinero. En un país en el que un trabajador gana USD 366 mensuales, llegar a comprar una casa de USD 30 000 le valdría 82 meses; es decir, casi siete años de trabajo, sin destinar un solo centavo para alimentación, educación, vestimenta, transporte o salud.
Qué son USD 30 000 para un mandatario acostumbrado a gastar USD 43 millones en un edificio de Unasur, eso sí diseñado por Diego Guayasamín, que se usa dos o tres veces al año para la reunión de los jefes de Estado revolucionarios o ‘progresistas’, como les gusta autocalificarse.
Qué son USD 30 000, a lado de los USD 50 millones que cuesta el jet Falcon 7X de Dassault Aviation, usado por el socialista Rafael Correa, para sus incontables viajes al exterior. O frente a los millones de dólares presupuestados para el funcionamiento de inútiles agencias, secretarías, consejos y ministerios coordinadores repletos de asesores.
Ciertamente que USD 30 000 no son nada frente a los casi USD 7 000 millones pedidos por Correa a China, y a cuyos contratos nadie, o casi nadie, tiene acceso. Son apenas una 233 milésima de esos créditos que los ecuatorianos, niños, adultos y viejos, hombres y mujeres, tendremos que pagar, sin que hayan pasado por el escritorio de un contralor.
Es por eso que en Carondelet es mejor cenar sin la molesta voz de la conciencia, esa que es inmaterial, libre de ataduras terrenas, limpia y sincera; sin la interferencia de la ambición, el capricho, el rencor y el egocentrismo. Así suena mejor el canto de Miguel Bosé. Así, con el adulo de cientos de obsecuentes y el ‘feed back’ de canales y otros medios incautados, esa voz interior no se escucha.
Con una conciencia muda sí es posible dormir en palacio, mientras los damnificados en las carpas atestadas en Pedernales, Jama, Manta, Portoviejo, Chamanga y otras poblaciones reprimen sus reclamos, llanto y dolor con la amenaza de ir presos.