Han debido transcurrir 40 años desde la declaratoria de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad, para que el municipio presidido por el alcalde Mauricio Rodas, decida y proceda a dar los primeros pasos dentro del proceso de peatonización del Centro Histórico, hecho que constituye sin lugar a dudas el inicio de la construcción de un entorno saludable, natural y amigable, para proteger esta “joya” llamada Quito.
Esperemos y confiemos que los avances de esta obra vayan acompañados por la vigilancia y el cuidado debidos de parte de la autoridad, y la participación de la ciudadanía, para evitar que las ventas ambulantes y la gente de malas costumbres, poco a poco, vayan apropiándose de calles y veredas, lo cual afectará el turismo interno y externo.
Dentro del tema expuesto, considero válida una reflexión: Quito es una “ciudad inmensa” cargada de un sinfín de pretéritas necesidades insatisfechas, situación que se ahonda en los actuales tiempos, cuando estamos espectando, el aparecimiento de un Concejo Municipal fracturado, donde opera la agenda particular de los Concejales (salvo excepción) y no la agenda que tienda al progreso, al adelanto que conlleven el bienestar de la comunidad en general. Es tan corto el tiempo que queda y hay tanto que hacer que los concejales deberían dedicarse a presentar proyectos para solucionar problemas tales como: contaminación ambiental, transporte público, impuesto predial que debe ser pagado por todo el que tiene una propiedad, sin paternalismos ni exageraciones, monitoreo periódico del funcionamiento de los servicios básicos, en los locales comerciales del centro histórico para evitar incendios, inundaciones y explosiones, optimización del sistema “pico y placa”, albergues para la gente menesterosa que deambula y pernocta en los sitios turísticos, campañas que propicien la participación ciudadana en todo lo que se haga por la querida ciudad.