Era muy común escuchar hace algunos años que lo que necesita el Ecuador es una quimioterapia. Esta, según muchos, era la única forma de salvar al país. Al parecer nuestro Presidente adoptó esa idea como propia y lo que estamos viviendo ahora es una “quimiorrevolución”. Al paso de Correa caen buenos y malos, incluso los que están vacunados por la medicina verde que se llama revolución ciudadana. Debo reconocer que el Presidente ha logrado cosas muy buenas usando su medicina abrasiva, pero siempre quedará la amargura de saber que ciudadanos perdieron sus vidas por esta causa.