Andrés Sebastián Gómez Polanco
Chómpiras, Chespirito, El Chavo del 8, el Doctor Chapatín, entre otros apelativos más que nombres artísticos para identificar a un genio de la comicidad latinoamericana y mundial como es Roberto Gómez Bolaños son sinónimos de alegría, esperanza, felicidad y ternura. Quién no recuerda su niñez forjada por las ocurrencias de la vecindad del chavo o demás personajes de Chespirito que a través de un humor sano, ingenioso y familiar alegraba tarde a tarde la vida de millones de niños y niñas. Quién no se ha dejado cautivar por los valores y principios transmitidos por este fenómeno cultural tan simples pero profundos como: el bien siempre triunfa, la humildad o que el valor no significa la ausencia de miedo, sino la capacidad de enfrentarlo y superarlo retratado en personajes como el Chapulín Colorado. Pero sobre todo que adultos, adolescentes, jóvenes o ancianos al escuchar Chespirito asocian este nombre con la eterna sonrisa de un niño, con los indescriptibles sueños y añoranzas de generaciones enteras.