No puedo contener las lágrimas cada vez que escucho la “Canción sin miedo” de Vivir Quintana, cantante y compositora mexicana, que se ha convertido en un himno en honor a las miles y miles de niñas y mujeres que han sido víctimas de feminicidio y a la vez en un grito desesperado para exigir a las autoridades ¡Justicia!, que sus muertes no queden en la impunidad; y, que de una vez por todas esa violencia se detenga.
Este canto en defensa de la vida, como mujeres, nos conmueve hasta lo más hondo de nuestro ser, sin importar lo diversa que sea nuestra procedencia, edad, ideología o credo. Todas estamos inmersas en un sistema de dominación universal que se sustenta en el control por parte de los hombres de los aspectos más importantes de la cultura, la economía, la política, el derecho, sin importar el tipo de sistema imperante, pues el patriarcado está presente, puesto que en la mayoría de los países las mujeres hemos sido invisibilizadas en la historia, la cultura, la economía, la política y tristemente seguimos siendo violentadas por el solo hecho de ser mujeres.
La violencia de género, se ha convertido en la peor, más larga y letal de las pandemias que debería poner al mundo en emergencia permanente, ya que, ni la distancia social, ni el uso de mascarillas, ni el lavado de manos, ni el quedarse en casa, nos protegen de ser víctimas de maltrato, violación o femicidio sin importar si se trata de una niña, una adolescente, una mujer joven, adulta o anciana, haciendo imprescindible que nos unamos para protegernos entre todas y luchar por todas.
Y como dice Vivir Quintana: “Que tiemble el Estado, los cielos, las calles, que tiemblen los jueces y los judiciales (…) Que resuene siempre nos queremos vivas. Que caiga con fuerza el feminicida (…)” en México, en Ecuador y en todos los países del mundo.