El 9 de octubre, El Comercio publica una entrevista al Concejal gobiernista Norman Wray, quien admite que las cosas en el Municipio de Quito no marchan bien y se queja de la desidia de Correa por hacer obras en la capital de los ecuatorianos.
Pese a que Quito es la ciudad que más contribuye en impuestos al erario nacional, sin embargo no se retribuye en obras por su condición de capital de la República y en la actualidad se encuentra abandonada, caotizada en tránsito, con una inseguridad que se profundizó desde el año 2007. Las causas, Concejal Wray, son las leyes de protección a la delincuencia dictadas en Montecristi, el Congresillo, la liberación de 28 000 delincuentes por parte de la mal llamada Defensoría Pública Penal y otros operadores de justicia.
Todo esto ha ocasionado que los quiteños permanezcan encerrados en sus casas, por el aumento de delitos como el sicariato, el secuestro exprés, sacapintas y otros que han aumentado desde enero de 2007.
Por último, la ciudad tiene un Alcalde carente de liderazgo, de carácter, de visión, y cuyo mérito es estar presente en todos los hechos políticos que se han suscitado en el país, al lado del presidente Correa. Me pregunto por qué no renuncia a la Alcaldía y se va de asesor de Correa, tal vez funcione mejor.