Una vez más los policías metropolitanos de Guayaquil atropellan los derechos de una humilde vendedora ambulante. ¿Dónde quedan los DD.HH. y el derecho constitucional al trabajo? ¿Desde cuándo trabajar es un delito? ¿Por qué decomisan la mercadería si está prohibido en la Constitución? Años atrás fuimos testigos de algo similar, cuando 8 metropolitanos rodearon a una vendedora de espumilla en el sector de la Bahía. Su hijo, de unos 7 años, los enfrentó increpándolos: ¿cómo va pagar estudio y comida?, no se conmovieron he hicieron su “trabajo”, y dejaron sin comida a una pobre familia.Invito al abogado Jaime Nebot y policías del Municipio a que se pongan en los zapatos de los humildes vendedores ambulantes, que duerman en covachas como muchos de ellos, que sientan lo que es no tener un sueldo ni Seguro Social. Creo que así se podría entender el sufrimiento y necesidades, a la vez de comprender las razones por las que trabajan día a día en las calles. Estas familias merecen un reconocimiento del Estado por su iniciativa de crearse una fuente de trabajo y no ser carga para nadie. Estos trabajadores merecen un monumento en la ciudad porque no se dedicaron a delinquir o mendigar con graves consecuencias para la urbe.. Apliquen un poco de “social cristiano”.