El tiempo y la frágil memoria colectiva nos han hecho olvidar al suco Julián, enterrado en vida, en la legación de Londres. Los Duzac, la narcovalija, los “polvos” del busto de Alfaro, las transferencias graciosas del ministerio de la “diosa del Olimpo”, títulos falsos del presidente toreador, y otras perlas nos han hecho olvidar al nórdico en Londres. ¿Qué hace? ¿Cómo mata el tiempo? ¿A qué se dedica?, ¿se vislumbran salidas?
En el mundo político que vivimos, parece que la última bravata, el último desafío, la última descalificación al otro, borra los temas pendientes.
El folclórico Sr. Canciller parece ir de salto en salto, mucho revuelve, poco concreta, crea líos por aquí, por allá y por cierto tiene al país en la palestra. Declaraciones pomposas y altisonantes, que sirven para lo interno, pero ¿qué escaso valor tienen; en lo internacional caracteriza la “política” externa del país. Cosas de estos tiempos que poco o nada contribuyen a la promoción positiva de la nación.