Y algunas vocecitas responden: ¡”Doctor!”. Ser médico siempre ha sido un horizonte por alcanzar para muchos seres humanos. ¿Qué está al interior de esta ilusión? El ayudar a los demás, el aliviar el dolor ajeno. Reviste una categoría especial la autoridad y el respeto que proporciona un sabio consejo frente a una dolencia.
El médico es quien no solo nos da un brebaje o una gragea para disminuir nuestro mal, es quien nos sonríe y nos consuela, quien nos explica con paciencia que la salud está cerca, que solo tendremos que cruzar la verja de nuestro malestar.
No sabemos cuándo se perdió esta imagen, ni dónde se enajenaron los bienes del adolorido en provecho del bienestar económico del galeno. Es este extravío el que nos hace asistir atónitos al Código Integral Penal, en cuyo art. 146 nombra el homicidio culposo para los médicos, con su correspondiente sanción. Si la responsabilidad profesional fuese un valor natural no estaríamos en estos caminos.