Hace años me encantaba recorrer el país con la familia y disfrutar de los preciosos paisajes ecuatorianos, pero claro, no había el tráfico que hoy mortifica.
Ahora me causa un tremendo estrés, el tener que manejar el vehículo y movilizarme para mis diarias gestiones profesionales. La situación del tráfico ha llegado a límites inimaginables e inmanejables, sobre todo por la agresividad de la gran mayoría de los conductores, quienes creen que a base de pitazos, cruzadas o botadas del vehículo, se van abriendo paso, a vista y paciencia de los policías de Tránsito y Municipal, quienes lo toman como una situación normal, especialmente cuando de buseros y taxistas se trata. Como si esto fuera poco, abusando seguramente de mi poca apariencia de la tercera edad, los jueves son días de mayor fastidio, porque los policías están a la caza de los que tenemos pico y placa y ahí si se afanan en hacer parar el vehículo y pedir toda clase de documentos y ver si sacan algún provecho (…).