Lo evidenciado el 13 de agosto en el país, independientemente de la inclinación u opinión política acerca de la posición del Gobierno o de los grupos que protagonizaron el paro, nos lleva a una conclusión impajaritable: es un enfrentamiento del pueblo contra el pueblo. Sí porque las organizaciones sociales son pueblo, los simpatizantes del Gobierno también y los policías tienen, sin duda, en sus filas a personas del pueblo que decidieron ingresar a servir al pueblo. Me pregunto, entonces, ¿quién es el responsable de la confrontación? Qué figura imitan los confrontadores? El papel indiscutible del Estado es garantizar el derecho de las personas. Uno de ellos es el de dirigir quejas o peticiones a las autoridades, pues en ejercicio de este derecho marcharon, se organizaron y llegaron a Quito. Lo sucedido deja algunas reflexiones para el Gobierno. Es el momento para dejar atrás revanchismos y el discurso de la partidocracia y plantear propuestas mesuradas.