Consideré prudente esperar uno días desde que el señor presidente de la República manifestara en una cadena -de las que realiza los sábados- que en diciembre evaluaría si se aplica o no el plan B, esto es, la explotación de las reservas ubicadas en el Parque Nacional Yasuní, con el fin de emitir mi comentario que, espero, sea lo más objetivo posible. El modelo financiero y legal diseñado para obtener recursos que compensen la no explotación del ITT (que ciertamente es novedoso) no es el más adecuado al fin perseguido; tanto es así que a la fecha es muy poco lo que ha podido recaudar.
De ninguna manera quiero desmerecer a todos quienes trabajaron el proyecto, pero realmente les faltó poner los pies sobre la tierra. El mundo tiene su lógica de funcionamiento, bueno, no sé qué tan lógica, pero al fin y al cabo funciona de una manera determinada. El mercado financiero ambiental global tiene ya sus reglas, a ellas debimos habernos adaptado para conseguir los recursos para tan noble fin.
El inventarnos un modelo en el cual casi nadie confía fue una ingenuidad. A esto hay que añadir el manejo inadecuado del tema por parte del Presidente. Ahora, la señora Baki está agotando todo su capital de contactos para sacar adelante este proyecto, lamento decirlo, no lo va a lograr.